Escena forestal – Lluís Bonada Berenguer

La obra nos presenta un paisaje boscoso de atmósfera serena y sugestiva. La escena representa un sendero arbolado, flanqueado por árboles de troncos inclinados y sotobosque, con una luz que filtra entre las copas generando un fondo de brillo amarillento-verdoso que sugiere el amanecer o el crepúsculo. La pequeña corriente de agua que cruza el primer plano actúa como guía visual hacia la profundidad del paisaje, invitando al espectador a recorrer la escena y sumergirse en el frescor y calma del lugar.

Los elementos formales merecen atención. Los colores son matizados: la gama dominante de verdes, ocres y violáceos crea un ambiente ligeramente melancólico, pero también lleno de vida tranquila. Los troncos curvados, alguno claramente inclinado hacia el sendero, generan un ritmo diagonal que contrasta con la verticalidad de algunos árboles al fondo y con la línea curva de la corriente. Este juego de ritmos —curvo, diagonal, recto— aporta dinamismo sin perder la serenidad general.

La pincelada aparece suelta pero controlada: no se aprecia un gran detallismo, sino más bien una sugerencia de formas y texturas, lo que refuerza el carácter evocador de la pintura. Ese estilo coincide con lo que se conoce de la producción de Bonada Berenguer: «quiso hacer una pintura sencilla pero convincente, simple pero sugerente». Diari de Sabadell+1 En este caso, la sencillez radica en evitar ornamentos superfluos, y la convicción en lograr que el paisaje transmita una emoción de recogimiento y armonía con la naturaleza.

El encuadre parece cerrado: el marco natural de los árboles a derecha e izquierda actúa como abrigo para la escena central, lo que intensifica la sensación de intimidad. A pesar de la claridad de fondo, la composición no se abre hacia un horizonte lejano indiferenciado, sino que concentra su potencia expresiva en el espacio intermedio, entre la penumbra del bosque y la luz brillante final. Esto otorga al espectador una experiencia “desde dentro” del paisaje, como si estuviera caminando por ese sendero.

Finalmente, la luz es un personaje más: esa irradiación cálida-verde al fondo sugiere un momento del día donde la naturaleza respira, quizá al amanecer tras la niebla, o al atardecer en calma. Contrastando con las zonas más sombreadas del primer plano se enfatiza la profundidad y la transición entre lo conocido y lo misterioso en la pintura.

Apunte biográfico del autor

Lluís Bonada Berenguer nació en Sabadell (Barcelona) en 1908. Fue un pintor paisajista, autodidacta, que también se dedicó a la escultura y a la restauración de imágenes religiosas (vírgenes y santos). Tenía una tienda-taller en Sant Cugat donde vendía imágenes y cuadros. Sus paisajes reflejan su paso por distintas regiones de Cataluña —Santiga, Can Feu, Ribatallada—, pero también por Galicia, el Pirineo de Lleida (la Vall de Boí) o Ibiza. Se describe su obra como “sencilla pero convincente, simple pero sugerente”. Su producción parece haber sido moderada pero constante, con más de cincuenta exposiciones según algunas fuentes.